La prudencia debería hacernos sospechar de los productos milagrosos de todo tipo, tanto los que curan el cáncer como los que quitan la celulitis... o los que reparan las averías del coche. Vamos a ver los principales aditivos que hay para el coche y si son o no recomendables.
Existen infinidad de aditivos para los automóviles con supuestas cualidades milagrosas. Para poner un poco de orden, vamos a clasificarlos en función de cuál es su finalidad principal en estos grupos: los que prometen mejores prestaciones (normalmente se añaden al combustible), los que prometen reparar averías (principalmente fugas de aceite y refrigerante), los que mejoran la lubricación y alargan la vida del motor y los que sirven para limpiar internamente la mecánica.
Aditivos que mejoran las prestaciones
Tal vez sean los menos recomendables de todos. Para empezar, suelen añadirse al combustible y los combustibles ya vienen repletos de aditivos de la refinería. El problema de añadir más aditivos a una sopa que ya está colmada de ingredientes es que puede acabar siendo peligroso por la interacción que puedan tener unos aditivos y otros. En algunos casos reaccionan mal y forman naftas y residuos sólidos que obstruyen los conductos de alimentación.
Aditivos que reparan averías
Dentro de los aditivos que reparan averías hay dos subgrupos: aquellos que reducen los humos, el ruido de los taqués o el consumo de aceite y los que sellan fugas de aceite o de refrigerante.
Los selladores de fugas suelen ser eficaces, siempre que la fuga no sea muy escandalosa. Funcionan de forma muy distinta los que son para fugas de aceite y los que son para fugas de refrigerante. Los que sellan las fugas de aceite son normalmente bencinas que hinchan las gomas y retenes para que vuelvan a sellar. Los selladores de fugas de refrigerante normalmente son sales minerales disueltas que cristalizan en contacto con el aire. Al salir por la fuga del radiador, se solidifican al entrar en contacto con el aire y taponan la fuga.
Obviamente no son soluciones ideales ni mucho menos definitivas. Son más bien un «tente mientras cobro». Los selladores de fugas de refrigeración tienen un peligro añadido, porque, igual que se solidifican en la fuga del radiador, pueden provocar sedimentos que obstruyan algunos conductos en el interior de la culata.
Un truco casero que se hacía antiguamente era echar un par de huevos en el vaso de expansión. Literalmente, el huevo se cuece en el liquido refrigerante y tapona las fugas del radiador. Es un recurso extremo que se puede usar para terminar un viaje, pero que exige que después hagamos una limpieza profunda del circuito de refrigeración y cambiemos el radiador por uno sin fugas.
En cuanto a los que reducen los humos y el ruido de la mecánica (principalmente los taqués), tampoco son milagrosos. Solucionan problemas incipientes, pero no sirven de nada cuando hay realmente un problema de guías de válvula o de segmentos. Básicamente lo que hacen estos aditivos es aumentar la viscosidad del aceite para que selle mejor en las paredes de los cilindros, pero no eliminan el desgaste que hay.
Algunos anuncian que cuentan con partículas metálicas que se sedimentan en las microfisuras y rayaduras que puede haber en partes internas del motor y que se adhieren a ellas formando una capa nueva de material. Lo dicho, los milagros no existen. Sólo sirven si el daño es mínimo; si la cosa es grave, no hacen absolutamente nada y son caros.
Aditivos que mejoran la lubricación
Estos aditivos sí pueden ser beneficiosos, pero conviene asegurarse de que no son incompatibles con el aceite de nuestro motor. La mayoría de ellos se basan en teflones que pueden interactuar mal con algunos lubricantes o incluso con determinados componentes mecánicos, especialmente en las cajas de cambios automáticas.
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Antes de usarlos, debemos solicitar información al fabricante de la caja de cambios y del aceite que usemos para asegurarnos de que no hay incompatibilidades.
Suele ser recomendable hacer una buena limpieza interna del motor antes de añadirlos al aceite limpio.
Aditivos de limpieza interna del motor
También aquí debemos diferenciar entre los aditivos que limpian la parte interna del motor, que se suelen añadir al aceite, y aquellos que limpian el circuito de combustible, que se añaden a éste.
Los que se añaden al aceite son una buena idea si siempre los hemos utilizado antes de cada cambio de aceite, pero no son recomendables en un motor usado que desconocemos. El motivo es que estos limpiadores funcionan bien en motores que no están muy sucios y que no tienen mucha costra de carbonilla.
Cuando se usan en motores muy carbonizados, pueden ser muy perjudiciales y hacer que se gripen los segmentos de los pistones y causan daños graves en el cilindro, al provocar que la costra de carbonilla se desprenda y raye los cilindros o los casquillos de biela y bancada. Sin embargo, si siempre los hemos usado, son una buena forma de mantener el motor en buen estado de limpieza interna y que así pueda circular el nuevo aceite de forma óptima.
Aquellos destinados a limpiar el circuito de alimentación son eficaces, pero tampoco milagrosos. Son más eficaces los tratamientos llevados a cabo en un taller con máquinas descarbonizadoras que los aditivos que se añaden al combustible y a la larga son más baratos. Los aditivos son caros y mucho menos eficaces que un tratamiento de descarbonización en un centro especializado, que sí es 100% eficaz y cuesta unos 60 euros.
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