🏅 Certificado por BMW
BMW X1 iX1 eDrive20
Al contado 44.800 €
Financiado 42.800 €
- Demo
- 2024
- Eléctrico
- 4.000 km
- León
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Conoce las ventajas y beneficios de comprar un vehículo eléctrico
Aunque ahora está en pleno auge, lo cierto es que el coche eléctrico es tan antiguo como el propio automóvil. Desde finales del siglo XIX ya existían coches eléctricos que funcionaban mejor que los de petróleo. De ese apogeo inicial pasaron a ser arrinconados porque, mientras los de combustión pudieron evolucionar, los eléctricos tenían una enorme limitación, tan grande que a día de hoy sigue siendo su principal obstáculo para ser una alternativa real para todos los usuarios: las baterías.
Se considera vehículo eléctrico a aquel que se desplaza exclusivamente mediante el uso de energía eléctrica y básicamente hay dos tipos de vehículos eléctricos: los de baterías y los de hidrógeno.
En contra de lo que muchas personas opinan, la mayoría de vehículos de hidrógeno que se están desarrollando son eléctricos. El hidrógeno se puede utilizar como energía para mover un automóvil de dos maneras: quemándolo como combustible en un motor de combustión interna o haciéndolo reaccionar en una pila de combustible para producir electricidad. Esta segunda opción es la que más futuro parece tener, por eso incluiremos a los vehículos de hidrógeno dentro de la categoría de eléctricos.
Las ventajas de los coches eléctricos son varias, no sólo ecológicas. Su uso es mucho más sencillo y su conducción muy agradable por la ausencia de ruidos, vibraciones y caja de cambios. Son vehículos muy fáciles de conducir y que reducen el estrés a sus conductores.
Además, los coches eléctricos tienen unos costes de utilización muy rentables puesto que la energía eléctrica es a día de hoy mucho más económica que la de los combustibles como la gasolina o el diésel, con un coste operativo de aproximadamente un céntimo el kilómetro.
Otra ventaja es su menor coste de mantenimiento y su mayor fiabilidad. No hay apenas elementos sometidos a desgaste en su funcionamiento.
En cuanto a los inconvenientes del coche eléctrico, en la actualidad los principales son cuatro:
Los vehículos eléctricos de baterías son aquellos que almacenan la energía eléctrica que necesitan para desplazarse en unas baterías de acumuladores. El problema de las baterías sigue siendo hoy el mismo que hace casi 150 años y es su densidad energética. Aunque en un siglo y medio ha avanzado mucho la tecnología y las modernas baterías de ión de litio poco tienen que ver con las de hace años, siguen siendo muy pesadas y voluminosas para almacenar relativamente poca energía.
Para hacernos una idea, un litro de gasolina contiene más o menos (en números redondos) unos 10 kWh de energía. Para acumular esa energía en una batería, necesitamos unas baterías del tamaño de un baúl y unos 150 kg de peso.
Esta escasa densidad energética y la lentitud con la que se pueden recargar, son las causas de que la mayoría de los expertos considere que a medio plazo sea más probable que la solución esté en las pilas de combustible de hidrógeno, que pueden almacenar más energía en menos espacio y con menos peso.
En los vehículos eléctricos de hidrógeno, la energía no se almacena en forma de electricidad, sino que se almacena como hidrógeno. Para simplificar un poco el concepto, de lo que se trata es de invertir el proceso de hidrólisis para generar electricidad. En la hidrólisis se disocia el agua (H2O) en moléculas de O2 y H2 al hacer pasar una corriente eléctrica por el electrolito. En las pilas de combustible, el proceso es el inverso. Se combinan el hidrógeno y el oxígeno en un reactor químico (la pila de combustible) y de esa reacción se obtiene energía eléctrica y agua.
La energía eléctrica generada es enviada a una batería que actúa como nodriza para poder aportar energía inmediatamente (la reacción química no es instantánea) cuando pisamos el acelerador. Esa batería no necesita ser tan grande como la de un coche eléctrico de baterías, sólo sirve para contar con una reserva de energía puntual.
Los vehículos de pilas de combustible tienen la ventaja de que sus autonomías son muy superiores a los de baterías, su recarga es tan rápida como llenar el depósito de gasolina de un coche y, además, son más ecológicos al no necesitar de tantos elementos escasos en la naturaleza como el litio de las baterías convencionales.
Sus inconvenientes son principalmente dos: la red de suministro de hidrógeno es muy limitada y, además, la seguridad en su manipulación es un tema delicado, al ser un gas muy explosivo.
Aunque técnicamente los coches eléctricos son mucho más simples que los de motores de combustión interna (tienen menos piezas y, además, menos rozamientos y desgastes), tecnológicamente son más complejos y muchos de sus componentes son todavía muy caros de producir.
Los modernos motores eléctricos están fabricados con materiales que son escasos y caros como el cobre o el neodimio (para cuya elaboración se necesitan tierras raras que son escasas y cuya producción es muy contaminante) y en las baterías también se emplean recursos escasos y caros, como el litio.
A medida que la tecnología se vaya amortizando y surjan alternativas a las baterías de litio que sean más económicas, el precio de los vehículos eléctricos se reducirá.